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¡Qué difícil es separar al “ser” del “hacer”!

Reflexiones de las 5 de la mañana.



El 6 de julio me levanté a escribir un pensamiento en mi journal y en estos días se ha marinado bien la idea; se sigue probando cierta y quiero compartirla contigo.

Este pensamiento nació de que el día anterior había hecho una lista de pendientes bastante ambiciosa. Hice mi meditación y me repetí durante el día que, los terminara o no, yo soy suficiente (gracias Brené Brown, por el mantra). Y como hace mucho tiempo no lo conseguía, la terminé toda y no pude evitar sentir un calor en el cuerpo como de victoria. Tal vez te parezca demasiado exagerado necesitar un ritual para disponerme a palomear puntos que digan

  • lavar las toallas

  • ir al super

  • escribir una entrada del blog

  • actualizar mi CV


Pero cuando una vida de perfeccionismo creó la combinación atmosférica para una tormenta perfecta, sabes que ningún ritual es demasiado para un checklist. Permíteme explicarme: No sé que es primero, si el huevo o la gallina, en este caso la ansiedad o el perfeccionismo pero sé que están correlacionados. Amiguis, psicólogos, ayúdenme con esto. Cuando quieres tener todo en tu control, haces planes. En el mundo en el que vivimos, muchos de esos planes, funcionan. Cuando no funcionan, colapsas un poco (Pánico dice “el hilo que sostiene al cosmos se cae si no tengo un plan”)


y, en lugar de pensar que el mundo tiene giros inesperados y es normal que algunos planes fallen, piensas “mi plan no era suficientemente perfecto”. Haré uno nuevo que esté blindado y sí lo sea.

No me malinterpretes, este modo de vivir había sido bastante funcional y me dio habilidades para crear sistemas y estructuras excepcionales. Pero luego vienen experiencias en la vida que te recuerdan que realmente tenemos control sobre absolutamente nada y el sistema de creencias que sostenía tu supervivencia, e incluso tu identidad (“hazlo todo con excelencia y verás los frutos”, “wow, Anii, eres súper organizada”) se desmoronan frente a ti. Es decir, si no soy la Anii que tiene todo bajo control, entonces ¿quién soy?. Inserte aquí un proyecto profesional que no se logró, una pandemia, una boda pospuesta; tormenta perfecta.

Así que, sí, un mantra, un tecito, una vela, son perfectamente pertinentes para empezar a palomear pendientes de una lista.


Sin embargo, lo que me inquietaba era el efecto que tenía en mí el haberla cumplido todo en la lista. Sentía como si fuera pecaminoso sentirme tan satisfecha.

Dicho esto, espero que te haga sentido lo que escribí. Toma lo que necesites:


¡Qué difícil es separar al “ser” del “hacer”! En especial cuando uno es tan complejo y el otro tan embriagante y envolvente.


Hoy lucho para descifrar por qué me siento tan “yo” de nuevo después de un día de tantas tareas terminadas. Yo sé que soy mucho más que un checklist, pero después de una vida de validación por logros y resultados, es muy difícil no encontrar adrenalina adictiva en ellos. Porque muy pocas cosas en nuestra vida nos enseñaron a reconocer los procesos.


Esa mañana, decidí que mi estrategia sería reconocer que hay un lugar para esa sensa de satisfacción y es bienvenida. No es venenosa ni prohibida. Sin embargo, hago también espacio para escuchar quién está dentro y qué tiene para decir.


Su voz -a esta hora de la mañana, cuando el mundo, junto con sus expectativas, está dormido y mi intuición está despierta- me dice que estos y cada uno de mis logros son para mí, para recordarme que estoy viva, que tengo hambre de metas. Me dice que me puedo mover por lo que quiero sin que algo me detenga.

El secreto será moverme a donde me guíe esa voz. Esa voz tan bajita que muchas veces palidece ante los tonos explosivos de lo que quiere el mundo y lo que me ha dicho que debo querer yo.


¿Qué te dice tu voz? ¿Qué haces para escuchar el susurro de tu intuición entre el bullicio de los demás? ¿Ya le preguntaste qué quiere para ti hoy?


Ana, habla, te escucho, te busco, te espero.

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