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¡Hoy cumplo 30!

Quiero empezar diciendo: ¡Gracias, Vida!





Gracias por tus regalos, sorpresas, confrontaciones, retos y enseñanzas.


Yo sé que, técnicamente, no ha cambiado nada en el cosmos y que soy polvo estelar insignificante que solo atraviesa un día más de su vida. Sin embargo, dentro de mí siento una revolución de deseos, ideas y sentimientos. Aunque parezco la misma de ayer, algunas de mis células han sido reemplazadas por otras, mi cerebro cambió con CADA experiencia nueva, mi alma tiene un color diferente.


Hoy decido entrar a esta faceta de mi vida con el corazón abierto. Sé que esa expresión puede ser demasiado trillada y, la verdad, es que es muy abstracta; pero, te platico exactamente lo que significa para mí. Anoche, mientras dejaba entrar toda la alegría y el gozo de sentirme amada en los ojos de mi Dani haciendo oración conmigo, sentía como si tuviera una herida abierta y toda la carne de mi cuerpo expuesta. Porque no hay emoción más vulnerable que el gozo. Es dejarte ver completamente con todo lo que te hace feliz y todo lo que te da miedo perder. Por algo los superhéroes no revelan su identidad. Porque lo que aman más es su punto MÁS vulnerable si es expuesto.


Yo sé que un número no deposita más sabiduría en mi cabeza por sí solo. Es, más bien, lo que se está viviendo en cada número lo que le da su justo valor. Creo con cada fibra de mi ser que estoy viviendo este momento con las herramientas y la compañía más hermosas que he encontrado jamás y estoy abierta a todas las que sigan llegando.


Una parte de mí siente que siempre he tenido 30, jajaja. Con mi homebuddy soul (mi alma hogareña), mis juegos de mesa, mi termo con agua en todas las reuniones, mis frases de señora, mi amistad maternal y mis protestas adelantadas a mi edad. Siento que esta década me va a sentar perfectamente.


Después de tantas veces que le he reprochado a mi cabeza por pensar de más, hoy elijo regalarme compasión y comprensión. Estoy lista para regalarme el compromiso de buscarle a mi mente quietud a diario y herramientas para irla encontrando en medio del caos.


Me regalo aceptación, para que cuando venga a buscarme la ansiedad, sepa recibirla como un visitante que va de paso en lugar de reprocharme por dejarle "habitarme" y hacerla mía.


Me regalo fe en mi capacidad de reconstruirme aún si me hago pedazos. Una fe basada en el testimonio de haberlo hecho antes y en Dios amorosa que sostiene todo lo que amo y soy con su dulce y poderoso cuidado.


Me regalo la capacidad de voltear a mi alrededor y ver con quién cuento. Ver a mis amigos que me han dado su lealtad, abrazo y consuelo tantas veces en el camino. Me regalo el don de estar para ellxs también.


Me regalo la virtud de sentirme amada. De dejar entrar a mis oscuros pensamientos a los que no tienen miedo de entrar para encender la luz y demostrarme que no había gran cosa que temer; o para hacerse bolita conmigo cuando no encontremos de dónde encenderla.


Me regalo la vocación del matrimonio, la decisión de ser equipo para toda la vida (la más difícil para alguien que hizo todos los trabajos de la escuela sola por no saber - o, mejor dicho, no querer- delegar). La vocación de cerrar los ojos, confiar y saberme vista para siempre.


Me regalos las ganas de vivir para dejar pasar TODO lo que tenga que pasar y de atreverme.


Bienvenida a la vida, Ana. Bienvenida a los, 30.


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